Una aldea masái keniana. Este fue nuestro primer contacto con la tribu masái. Durante nuestro viaje por Kenia y Tanzania visitamos una aldea en las afueras del Masai Mara. Una visita turística que inicialmente nos hizo sentir un poco incómodos. Todo demasiado preparado. Por suerte, después pudimos descubrir un poco más sobre las costumbres y realidades de esta tribu.
Tuvimos la suerte de contar con un guía masái durante nuestra visita a Tanzania quien nos contó muchas cosas interesantes sobre su tribu.
La tribu masái
Se trata de un pueblo nómada y guerrero que vive en Kenia y Tanzania. Se estima que actualmente hay unos 850.000 masáis.
Forma de vida
Antes de la colonización se dedicaban a la depredación. Ahora, son pastores nómadas de bóvidos, ovejas y cabras, alrededor de los cuales gira su riqueza económica. Su vida depende de su ganado ya que de ellos pueden obtener carne, leche y sangre que usan como alimento.
En Kenia, la mayoría de los masái viven la vida moderna mientras que en Tanzania son más tradicionales. Además las mantas de los kenianos no cubren sus rodillas mientras que los tanzanos suelen llevar mantas largas hasta los pies.
Organización
Muchos niños aún no acuden a la escuela porque se encuentra lejos de las aldeas y no tienen dinero para el autobús. El trabajo de los niños es de vigilar el ganado. Si el niño pierde alguna vaca, en su casa no le darán de comer, pero puede evitar el castigo yendo a casa de sus abuelos.
Las mujeres ordeñan los animales, construyen sus casas, barren y limpian las casas y el campamento, y cuando el sol agrieta el techo de las casas le dan un revestimiento nuevo. Las mujeres también caminan varios kilómetros para recoger agua y leña, muchas veces acompañadas de las niñas. El tiempo que les sobra, lo utilizan en hacer collares y adornos con perlas de colores.
En muchas aldeas también siguen opinando que la escuela es una pérdida de tiempo para las niñas. Su función es casarse, ya que cuando se casen la familia recibirá la dote
Para transportar el agua y la leña usan burros o cubos en la espalda, atados con cintas en la frente.
Los hombres se caracterizan por su elevada estatura y tienen la costumbre de ir siempre con un palo que les sirve para asustar a los animales si les molestan, o para apoyarse. Se compara a los varones adultos masáis con los leones macho ya que son las mujeres y los niños los que hacen todo el trabajo y ellos se dedican a no hacer nada, a irse al bar a beber o a “pasar el tiempo con otras mujeres”.
Lenguaje y asentamientos
Hablan maa o masái, aunque muchos de ellos, sobre todo en Kenia, son capaces de expresarse en suajili o inglés.
Viven en asentamientos llamados “boma” o “enkai”, círculos de cabañas hechas de ramas y rodeadas de paja para encerrar a los animales.
Pudimos ver varias aldeas en los alrededores del cráter del Ngorongoro. Aquellas familias que han decidido que sus hijos estudien se establecen en zonas cercanas a la única escuela. En el resto de aldeas aún siguen con sus tradiciones ancestrales y los niños no acuden al colegio.
Tradiciones y celebraciones culturales
Su vida cultural está llena de celebraciones, que empiezan con el nacimiento. Los maasái dividen los grupos de edad en niñez, guerrero menor (moran), guerrero mayor, adulto menor y adulto mayor. Cada generación de hombres constituye un grupo que pasa sucesivamente por cada grado de edad.
Después de la circuncisión, los chicos acontecen hombres y guerreros menores. Esta ceremonia se celebra cada 7 años.
Reparto de alimentos
Cuando se caza o mata a un animal, las personas de mayor edad se reúnen para repartir la comida. A las madres les corresponde la zona de la barriga, los hombres comen las patas, los guerreros menores los cuellos y para los abuelos se reservan las cosas blandas como riñones o cabezas.
La sangre de buey mezclada con leche es utilizada como medicina, la cual recogen en calabazas, y utilizan cuando están agotados y muy cansados.
Ceremonia de circuncisión
Los chicos entre 15 y 20 años que van a convertirse en guerreros tienen que afeitarse el pelo y vestir una manta y un palo, sin ropa interior.
Se celebra una fiesta ofreciendo bebida y comida. Si la familia del chico no tiene mucho dinero se puede añadir a otra “boma” en la que vaya a celebrarse la ceremonia. Después del convite, los hombres se van a la selva y regresan a casa sobre las 2 de la mañana. Se echan una siesta de unas dos horas y cuando se despiertan y se van corriendo a meterse en el agua. Se dice que el agua purifica y quita el dolor, ya que no tienen medicinas para ello.
Cuando vuelven a la casa tienen que caminar sin mirar atrás ya que, al llegar, el doctor realizará la circuncisión. La hermana llevará una piel de vaca para que el chico se siente encima.
Mientras esperan, los chicos cantan y bailan dentro de un circulo compuesto por guerreros mayores que se ocupan de “castigarlos”, golpearlos con los palos o insultarlos como ceremonia de iniciación.
Tras la circuncisión, se pone leche en la herida y los chicos se marchan a casa. En las casas no hay colchones si no que el chico se tumbará sobre la piel de vaca, colocada sobre ramas de platanero. Después pueden pasar en casa entre una semana y 3 meses, comiendo carne tostada, leche y sangre para recuperarse y superar la pérdida de sangre.
Ceremonia de transición a adulto
Tras la circuncisión, los varones salen de casa con una manta negra y la cara pintada. Se pintan de blanco hasta la nariz y de negro el resto de la cara. Tienen que salir de casa a las 6am y regresar a las 6pm.
Sino cumplen los horarios o las tradiciones se puede castigar con “70 palos”. También se castigará a aquellos adultos que no cuiden de su familia.
Antiguamente, para convertirse en adulto, tenían que pasar una prueba que consistía en cazar un león. Hoy se ha perdido la tradición porque los leones son considerados especie protegida.
Religión
La mayoría de los masáis mantienen su religión tradicional, aunque en los últimos años algunos se han convertido al cristianismo. La religión de los masáis es monoteísta. El nombre de su dios es Ngai. El principal motivo porque creen en este Dios es porque les trae lluvias.
Dios tiene una buena cara y una mala cara. El dios de la buena cara es el que trae la lluvia, hace que crezca la hierba y pueden alimentar a su ganado. El dios de la mala cara trae la sequía y los rayos. Así los masái no pueden ganar nada y los ganados mueren por hambre, sed y enfermedades.
Entre 2021 y 2023 pasaron un mal tiempo porque hubo sequía y mucho ganado murió por hambre. Creen que Ngai está entre la gente y es un hombre pero no saben quien es.
Poligamia
Una vez han cumplido con la ceremonia de transición, los guerreros visten manta roja y ya pueden casarse.
Los masái son polígamos. Para casarse pagan una dote al padre de la mujer y cada hombre puede tener el número de mujeres que pueda mantener. Se casan a partir de los 20 años y cada una de las mujeres vivirá en una casa con sus hijos. Cuando un masái tiene muchas vacas pero no tiene hijos, se considera pobre así que tienen la costumbre de casarse en varias ocasiones.
“Los masáis son poco románticos” y muchas veces envían a la mujer a vivir a la aldea de su madre mientras ellos continúan con su nomadismo y eligen otras mujeres.
Muchas de las aldeas están formadas por familias extensas. Por ejemplo, un abuelo y sus múltiples hijos, nietos y bisnietos. Para evitar problemas de consanguinidad, las mujeres se desplazan a otra aldea para buscar marido.
Elección de pareja
Actualmente los chicos y chicas masái tienen libertad para elegir pareja pero las familias tienen que dar permiso para el casamiento. Las abuelas le cuentan a las chicas qué es lo que va a pasar, dan una educación sobre ello.
La dote se entrega en varios pasos. Inicialmente el chico llega con un amigo a la casa de la chica, que estará acompañada de otra amiga. Entrega a la familia té y azúcar y los 4 chicos se quedan solos para hablar. Después se llevan 2 cubos de cerveza, los abuelos prefieren la cerveza local (“niuqui”). Tras este primer encuentro, seguirá un encuentro de 4 chicos y 4 chicas en los que seguirán hablando.
Para hacer la petición de matrimonio formal y poner el anillo, se entregarán 12 cervezas, una vaca y una cabra a la abuela. La madre preguntará a la chica si quiere a ese hombre y si dice que sí emitirá un grito típico, para demostrar el asentimiento.
Si el varón no tiene el suficiente dinero para pagar la dote, puede “robar a la chica”. La lleva a su casa y se queda allí uno o dos meses.
Una aldea masái
Supai (“sopa”) y un apretón de manos. Así nos saluda Jackson al llegar, usando el lenguaje maa. Es nuestro guía de hoy y el jefe de la aldea que vamos a visitar. Habla un perfecto inglés y lleva puesta una manta de cuadros verde que le diferencia del resto de hombres a nuestro alrededor. Nos cuenta que la compró en Tanzania, después de recorrer durante 2 días la distancia necesaria para llegar a pie.
Los bailes
A nuestra llegada nos reciben con bailes. Los varones de la aldea comienzan a cantar y bailar. Luego nos prestan sus mantas y nos invitan a sumarnos a sus bailes.
Los hombres comienzan a saltar durante el baile. El salto es una demostración de hombría. En las competiciones de salto las mujeres eligen a su futuro marido. Según la altura del salto, el hombre será más ágil y tendrá más posibilidad de ser elegido.
Antes de despedirnos de la aldea, las mujeres de la tribu nos despiden con un nuevo baile. Baile al que una vez más nos invitan a unirnos. Después nos muestran el pequeño mercadillo que tienen en los alrededores de la aldea.
Fuego
Sobre su inseparable machete, usando madera de cedro y saint pepper, los masáis nos demuestran su capacidad para hacer fuego mediante el roce.
Nos permiten intentarlo, pero necesitamos un poco de ayuda para lograr las ascuas. Hay que hacer fuerza, girar rápido. Tenemos que mejorar la técnica.
Sus viviendas
Después de la demostración del fuego, nos dividimos por parejas y visitamos las casas de distintos integrantes de la tribu.
Los muros de las casas son de adobe, con mezcla de arcilla, paja y excrementos de vaca. Se usan estos excrementos por su propiedad para ahuyentar serpientes y su mayor transpirabilidad.
Al entrar, una pequeña lámpara nos ilumina. Nos cuentan que es gracias a un panel solar, donado para cada una de las viviendas por una turista noruega que los visitó hace años.
La parte central de las casas está ocupada por la cocina, con un curioso sistema de evacuación de humos. Una chimenea construida horizontalmente bajo el hogar con una apertura hacia el exterior.
En los laterales, tres cuartos sin ventanas. Uno para los padres, otro para los niños y otro para los invitados.
Vemos también algunas partes de madera. Nos cuentan que las casas duran unos 9 años porque estas vigas son destruidas por las termitas. Cuando comienzan a aparecer los problemas, abandonan esta casa y construyen una nueva.
La construcción de las casas recae sobre las mujeres. Los masái siempre han sido una tribu nómada. En tiempos antiguos se movían lejos. Actualmente, en esta aldea, construyen la nueva casa en una zona cercana, para no alejarse demasiado de la escuela.
Fuera de las viviendas vemos el alambrado para evitar que las cabras se escapen, alambrado cubierto de ropa secándose al sol.
Tras enseñarnos la casa, nos ofrecen brazaletes, collares y colgantes fabricados por la familia. Decidimos comprar algunos que servirán de pago por la visita turística que hemos realizado.
Los niños de la aldea
Mientras caminamos por la aldea, vamos cruzándonos con varios grupos de niños jugando y saludándonos. Incluso algunos comienzan a saltar imitando los bailes de los adultos.
De camino a la escuela
Caminamos los 15 minutos que separan la aldea de la escuela y nos encontramos con varios niños que están realizando labores de pastoreo y con algunos que regresan de la escuela.
Nos cruzamos también con algunos ancianos y Jackson nos comenta que se les debe saludar con una inclinación de cabeza.
Un niño saludará a los mayores inclinando la cabeza y esperando a que la persona mayor le toque la cabeza en señal de saludo. Sin embargo, una vez que se convierte en un hombre, un guerrero, el saludo adecuado pasa a ser un apretón de manos. Las mujeres seguirán inclinando la cabeza en señal de saludo a los mayores durante más tiempo y comenzarán a estrechar la mano cuando tengan uno o dos hijos. Dicho esto, una mujer masai siempre inclinará la cabeza para saludar a su padre. Una persona mayor puede saludar a una persona más joven con un pequeño escupitajo como bendición; esto significa que la persona mayor no ha visto a la persona más joven durante mucho tiempo y por eso la bendecirá.
La escuela
Llegamos a la escuela y nos recibe el director. Nos cuenta que tienen unos 2000 alumnos ya que acuden niños de varias aldeas de los alrededores. Algunos tienen suerte y su aldea se encuentra a 15 minutos pero la mayoría tienen que recorrer varios kilómetros por lo que duermen en la escuela de lunes a viernes.
Las pequeñas y austeras aulas son el lugar donde se llevan a cabo las clases. En cada aula suelen estudiar unos 100 alumnos. Es difícil imaginárselos hacinados en esos bancos de madera.
Seguimos recorriendo el colegio y llegamos hasta la cocina, se acerca la hora de la cena y multitud de niños hacen cola para recibir su ración de Ugali.
Fiesta en los alrededores de una aldea masái
En nuestro último día en Kenia, tras recorrer el Masai Mara, vamos a tomar una cerveza a un bar cercano al hotel, junto con nuestros guías.
Nos sentamos en los sillones situados alrededor de la pista y vemos a varios varones masáis entrar en el local. Ahora entendemos un poco más los avisos de las paredes, todos llegan con su inseparable machete.
Poco después decidimos levantarnos a bailar y todo mejora cuando empiezan a sonar la Oreja de Van Gogh o Física y Química. Después entra Jackson con sus pitillo y su plumas, nos saluda y nos graba con su IPhone. Increíble. ¿Estamos en una simulación? Pero una simulación muy divertida…
Gracias Inocente, Ashey Masai
Inocente es el nombre oficial de nuestro guía. Poco después nos cuenta que, desde hace años, todo el mundo le llama Masai.
Es diseñador gráfico y fotógrafo, pero echaba de menos la vida en la naturaleza, el contacto con los animales. Eso es lo que de verdad le gusta. Así que decidió compaginar su trabajo creativo con el trabajo como guía.
Comenzó a estudiar español de forma autodidacta y aquí está. Explicándonos todo sobre su pueblo y su país. Él nos contó algunas de las cosas que yo transcribo aquí. Otras nos las contó Jackson o las he leído en distintos lugares.
Masai nos explica la ceremonia de transición a adulto. También relata que él quería ser guerrero y su madre le preguntó si estaba seguro de ir a realizar la ceremonia de iniciación, ya que ella conocía los castigos que conlleva mientras que él no sabía qué le esperaba exactamente.
Le preguntamos sobre los brazaletes que lleva y nos cuenta que es un típico ornamento masái. tradicionalmente han tenido significados relacionados con el poder, la riqueza, y distinción de quién lo llevaba puesto. A Masai se los hace un amigo y se cierran directamente en la muñeca por lo que, para quitárselos hay que romperlos. Cuando decide quitarse uno, lo cambia por uno nuevo. También nos cuenta que los colores o diseños no tienen ningún significado especial.
Hasta aquí el post de hoy
¡Ole sere! O hasta luego… Con las caras de felicidad de estos niños jugando me despido por hoy.
¡Nos leemos en breve!