Historias del Amazonas. 7 días y 1700 kilómetros de navegación por el río Amazonas, desde Manaos hasta Tabatinga. Un sueño cumplido. Nuevas vidas cruzadas, nuevos amigos y muchas historias que contar.

Los paisajes del Amazonas son espectaculares. Los atardeceres, de película. Pero, una vez más, me reafirmo en que lo mejor de los viajes nunca es el lugar que visitas sino la gente que te acompaña en el camino. Nuevas historias. Nuevas experiencias y nuevas aventuras. Vidas cruzadas.

Gracias Marita, Rai, Youri, Alex, Dyson, Ozias, Lizany, Alciney, Nicole, Italo, Lena, Robert, María, Flavio, Reis, Edith, Sophie, Ayuso, Marcelo… Gracias a la tripu del Esmeralda y a todos aquellos que se cruzaron en mi camino en este increíble viaje.
Os cuento más sobre la logística y las ciudades de Manaos, Leticia e Iquitos en mi post: Navegar por el Amazonas.
Historias del Amazonas
¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres? ¿Qué haces aquí? Preguntas básicas, preguntas típicas, preguntas tópicas. El Esmeralda se convierte en nuestra casa. 7 días de navegación. Muchas horas compartidas. Las preguntas y las historias cambian. La confianza aparece rápido. Podemos hablar de todo y de nada a la vez. Vidas muy diferentes y semejantes al mismo tiempo. Un barco. Mil historias. Muchas vidas cruzadas.

En estas imágenes de los barcos que íbamos cruzando en el camino no puedo dejar de reconocer las imágenes de 13 Rua del Percebe. No puedo evitar imaginar un bocadillo saliendo de cada persona. Aquí no hay pisos si no hamacas. No hay calle sino río. Las columnas encuadran cada viñeta. Las conversaciones salen de nuestras bocas. El barco se convierte en mi historieta particular.
Me acompaña mi OM-5. Mi cámara en este viaje en 45mm. Algunos de mis compañeros y amigos posan para mis fotos. Algunas de estas historias del Amazonas se convierten también en retratos del Amazonas.
Alex y Dyson
Llego pronto al barco y no tengo nada para comer. Las comidas están incluidas pero se inician en la cena. Error de novata. Hay una lanchoneta en la popa y me dirijo hacia allí para comprar un sándwich. -Si no tienes cambio no te lo vendo.- Pues a ver cómo hacemos. Alex llega al rescate, dale el cambio más tarde. Gracias. -Es mi décimo barco. Ya les he pillado el truco.- Alex es colombiano y lleva 3 meses recorriendo el Amazonas. Desde Leticia llegó hasta la Guyana francesa y ya se encuentra de vuelta a su país. -Necesitaba un tiempo de desconexión. De tranquilidad. Ha sido genial.-

Mientras hablamos, cruza un gran ave. Es un gavilán, nos dice Dyson. Dyson es de Tabatinga, pero estudió en Leticia. En esta triple frontera amazónica todos hablan portugués y español. Leticia, Tabatinga y Santa Rosa. Colombia, Brasil y Perú. Tres ciudades y tres países distintos separados por apenas un kilómetro. Vuelve desde Manaos para visitar a su familia después de haber estado trabajando unos meses en la hacienda de su tía. Que bueno encontrarse con hispanoparlantes. Que fácil entablar conversación en un lugar tan reducido.
Cielos del Amazonas
Se acerca la noche. El primer atardecer que nos regala el río no puede ser más increíble. Solo podemos disfrutarlo. Me acerco a la proa. Atardecer de película, el barco surcando el río y el aire moviendo mis cabellos. Libertad. Magia.

Al caer el sol, las estrellas ocupan el cielo. Uno de esos cielos que solo puedes disfrutar en el medio de la naturaleza, en la oscuridad más absoluta. Levanto la vista. La cruz del Sur. Y al otro lado.. una osa Mayor cabeza abajo. Es la primera vez que veo estas dos constelaciones al mismo tiempo. La primera vez que navego en la línea del Ecuador. Es la primera vez que me encuentro en la mitad del planeta. ¡Wow!
Zane y Nicole
Mientras cae el sol, se acercan Zane y su hija Nicole. Son de Manaos y solo hablan portugués. Practicamos nuestro mejor portuñol para mantener una conversación y Dyson nos hace de traductor cuando se nos complica. Nicole tiene 15 años y ha pedido este viaje para ir a conocer sus orígenes. Sus abuelos paternos nacieron en Santo Antonio. Quiere conocer este lugar a orillas del Río más caudaloso del mundo. Le acompañan sus padres y su hermano Italo. Un viaje familiar hacia los orígenes. Compartiendo tiempo y vivencias. Precioso.

Se quedan en Santo Antonio. -Después de tanto tiempo esperando, al fin llegué- me dice Nicole. Me da un gran abrazo al bajar del barco. Un gusto coincidir. ¡Patri! ¡Aquí arriba! Una última despedida desde el balcón de su apartamento. Hasta la vista familia.
Marita y Rai
Marita, una puertorriqueña nacida en Valencia. Una psicopedagoga en búsqueda que ha encontrado su lugar entre las comunidades indígenas del Río Amazonas. Rai, desde el alto río Solimões ha recorrido su país de extremo a extremo ayudando a las comunidades indígenas. A sus 74 años, sigue recorriendo su querido Amazonas. Ambas forman parte de un equipo itinerante con participantes de distintas asociaciones no gubernamentales y sede en Manaos. Recorren las comunidades indígenas amazónicas de la triple frontera y recogen las necesidades de cada lugar para buscar soluciones plausibles. Bravo
Un regalo compartir capítulos del libro de nuestras vidas
Marita
La primera vez que me fijo en Marita, la veo trabajando con el ordenador en su hamaca. Me dirijo a ella en la fila de la comida. Me contesta en español. La conexión es instantánea. Comemos juntas y hablamos de todo. Las conversaciones en los siguientes días escalan en profundidad. La noche en la que volvimos a ser gente. Una vida muy pero muy interesante. Un lujo compartir. Seguiremos en contacto.
Lena y Robert
Mientras estoy haciendo algunas fotos, se me acerca Robert: ¿eres periodista? Ojalá. Bloguera entonces. Bueno. Lo intento… Él si es periodista. Actualmente jubilado, fue uno de los principales periodistas radiofónicos de Manaos. Quería hacer este viaje desde hace años. Lo hice a los 5 años con mi abuela y tengo muy buenos recuerdos. Quería repetirlo de nuevo. De Manaos a Santo Antonio viajando en rede.
¿De Salamanca? Eso sale en una canción de Nelson Gonçalves. ¡Mira!
Dolores Sierra vive em Barcelona Na beira do cais. Não tem casta bolas e faz compañía a quem lhe der mais. Nasceu em Salamanca seu pae labrador.
Dolores Sierra, Nelson Gonçalves
Me presenta a Lena, su vecina de hamaca, una profesora de Amaturá que realiza este viaje en varias ocasiones al año para ir hasta la capital. Es la veterana. La experta en estos lares.

Cielos del Amazonas
Hoy ha habido tormenta y las nubes surcan el cielo. Aún así, el atardecer se cuela por el poco espacio que le queda libre. Reis está desplazado a Manaos por 2 años. Lleva 7 meses sin ver a su familia y le manda vídeos de este viaje hasta Tabatinga para llevar un par de coches de servicio. Llegan también Lena y Youri. Es un submarino, un helicóptero. Quizá un tiburón. Jugamos a buscar las formas de la silueta. Disfrutamos de la tranquilidad y la magia de la caída del sol. Surcamos el río apoyados en la proa. Fan incondicional de estos momentos para el recuerdo.

Navegamos por un brazo del Río, un atajo estrecho. Me quedo disfrutando de la tranquilidad de la proa. Suena la sonda. Hay 4 metros de profundidad y el barco tiene 2.5 de calado. Bien. Las linternas de la tripu alumbran a los árboles. La luz está muy alta, no puede ser para ver los obstáculos. Piratas, me dice Zane. Buscan piratas. ¿Piratas? Aquí hay mucho contrabando. No suelen atacar barcos de pasajeros y menos con los 2 carros militares que llevamos de carga. ¡Ah mira! Bien está saberlo.
Ozias y Youri
Ozias es el vecino de hamaca de Marita y Rai. Entre los 3 se reparten el horario de las comidas para no dejar nunca solas sus pertenencias. Hablamos durante la comida y me cuenta que vuelve de renovar su titulo de seguridad privada con un curso en Manaos. En Tabatinga le espera su familia y su mototaxi.
Youri llega cuando el viaje ya ha comenzado. Sube al barco en Curubarú. Decidió hacer el viaje en 2 fases. Con parada en Tefé. Toda una aventura conseguir encontrar un nuevo barco desde allí. Su mochila y sus rastas le revelan como turista. Al igual que yo, no lo puede negar. Es francés pero habla perfectamente inglés así que nos ponemos al día con respecto a nuestros viajes y trabajos. Logística en varias ONGs ha pasado por Ucrania y distintos países africanos. No se nos acaban los temas de conversación. Bajamos a conocer los pequeños pueblecitos en los que el barco para a descargar su mercancía. Es el momento perfecto para tomar una cerveza y estirar las piernas.

Como os conté en el pirata cojo, el viaje no acabó de la mejor forma posible. No puedo más que agradecer de nuevo a Youri su empatía, su ayuda y su espíritu viajero.
Aprovechamos a comprar algunas cervezas también para beberlas en el barco. Aquí Alex, Dyson y María nos ganan por goleada. La nevera de Vaida se convierte en el centro de reuniones. El Spotify mezcla canciones en español y brasileño. Las horas van pasando. Buen garito hemos encontrado.
Más historias del Amazonas
La tripulación
Cruzamos conversaciones con muchas más personas del barco. Imposible acordarme de los nombres de todos. Lo siento. Las chicas de la cocina agradecen nuestras alabanzas a la comida. Preguntan por nosotros si llegamos tarde a comer. Se van a su casa a descansar. Tienen 4 días libres antes de regresar al barco. Los chicos de logística nos sonríen y brindan con nosotros después de un duro día de trabajo.



Gabriel
Gabriel cumple años hoy. Se entretiene balanceándose entre las hamacas. Juega con su madre y con su abuela. Hace nuevos amigos entre los pasajeros del barco. La familia crece.

Comunidades indígenas
Desde el barco, observamos numerosos asentamientos y comunidades. Algunas de ellas son comunidades indígenas y otras se encuentran más escondidas en la maleza. Desde las casas, varias personas observan el pasar de los barcos. Decenas de pequeñas embarcaciones echan y recogen sus redes. El río es el eje de la vida. La vida pasa a la orilla del Río.



En la mayoría de las ocasiones, los barcos son el único medio para que las provisiones lleguen a estos pueblos y localidades. Páramos durante varias horas en Tomatins, Santo Antonio o San Pablo para dejar mercancías. En los pueblos más pequeños no hay parada. Las pequeñas lanchas locales se acercan para llevarse sus víveres.

Al pasar por una de las comunidades, cerca de Curubaru, todos los niños salen con sus canoas hacia el barco. Los veo desde el comedor. No tengo la cámara encima. Me cuentan que se han acostumbrado a que la gente del barco les lance cajas de chucherías, ropa o juguetes. Esperan su llegada con ansia. Se tiran al agua para recuperar lo que no cae dentro de sus embarcaciones. Juegan y ríen. Sensaciones contradictorias.
Desde el barco no puedo tener contacto con las comunidades. Al llegar a Leticia, Ryan me habla de su proyecto en la comunidad de La Chorrera con Amazonas para viajeros. Queda apuntado para la próxima visita.
São Paulo de Olivenza
La ultima noche el barco se transforma, 400 estudiantes suben en São Paulo de Olivença. Tienen un examen de nivel en Tabatinga, una especie de selectividad, y el gobierno les paga el pasaje. Las hamacas se multiplican. No hay un gancho sin una o dos cuerdas. Redes por encima y por debajo. Ni un metro para respirar. Por suerte, son tranquilos, no hay demasiado jaleo. Por la mañana, algunos se acercan para entablar conversación. Quieren practicar su inglés. Quiero estudiar programación y necesito mejorar el lenguaje. Perfecto. Hablemos.

Ayahuasca y botos
Flavio viene desde Curitiba y nos habla de las bondades de la Ayahuasca cuando se usa en ceremonias religiosas o de meditación. Hay que encontrar un sitio de confianza y tomarlo como un ritual de limpieza. Yo lo hago una vez al año desde hace siete, nos cuenta. Me siento mejor, pero nunca lo he tomado como una droga recreativa. Hay que respetarla. Nunca esperamos desayunar con esta conversación.
También llegan las leyendas del Río. Los delfines rosas o botos. “Los responsables de muchos embarazos no deseados en las comunidades”. Aparecen al amanecer y al atardecer. Acompañan al barco. Se esconden. Saltan en su proa. Eso sí, son difíciles de fotografiar.

Más fáciles de fotografiar fueron en Manaos. Allí Sophie y Edith se bañaron con ellos. Son delfines salvajes, pero los alimentan para que se acerquen. Una vez más, sentimientos encontrados. Sophie está de vacaciones, vino desde Alemania a visitar a una amiga. La historia de Edith es más larga. Es maestra jubilada y ha decidido dedicar su vida a viajar. Viaja durante 6 meses al año haciendo voluntariados. Ha trabajado en hostels y como profesora de inglés en cruceros. Es de Países Bajos pero lleva muchos años viviendo en Australia. Me habla de la tristeza de volver a la gran Barrera de Coral tras 30 años y ver como se ha reducido. It´s gone. Lo comento con Marita. Me habla de Hope! Intentemos frenar esto. Es nuestra responsabilidad.

Pangea y Francisco de Orellana
Youri me descubre una nueva curiosidad. ¿Sabías que el Amazonas podría ser uno de los pocos ríos que ha cambiado de dirección? En la época de Pangea, el río Amazonas y el Níger podrían haber sido uno. Nacía en Guinea y desembocaba en el océano Pacífico. Con la separación de los continentes y el nacimiento de los Andes comenzaría a fluir en la dirección contraria y desembocar en el Atlántico como hoy lo conocemos.

El río Amazonas, antes de ser nombrado así, fue conocido con distintos nombres por diferentes tribus y exploradores. Algunos de estos nombres incluyen Ucayali, Solimões, Marañón o Apurímac. Después de que Francisco de Orellana navegara por el río hasta su desembocadura en el océano, le dio el nombre de Amazonas, inspirado en la leyenda de las amazonas. Una sociedad matriarcal de mujeres guerreras famosas por su valentía y habilidades en la guerra.
¡Hasta aquí el post de hoy!¡Nos leemos en breve!
Lee más sobre mis aventuras amazónicas en el post sobre navegar por el Amazonas.
