No te olvides de dónde vienes. Llevo días sin poder sacarme de la cabeza esos versos de la MODA. No puedo dejar de pensar en esos campos castellanos que arden fácil en verano. Un agosto más los incendios asolan nuestros campos y bosques. Una vez más, media España vive con el corazón en un puño. Un año más los héroes del sábado y de todos los días de la semana son nuestros bomberos y brigadas forestales.

No vas a encontrar verdades absolutas en esta crónica. Solo opinión y sentimientos. Solo las impresiones de algunos de los voluntarios que se lanzaron contra las llamas.
Las fotos que acompañan a estas líneas son cortesía de Vero. Después de combatir el fuego en primera línea para defender su pueblo, me cuenta que en Cerezal hoy siguen vigilando y controlando puntos calientes.

Las campanas tocan a rebato
15 de agosto. Día grande en la comarca. Es la festividad de la Virgen del Socorro y las calles están llenas de gente, música y risas en Vitigudino. Un sonido rompe el bullicio. Las campanas tocan a rebato. Ni los más grandes recuerdan cuando fue la última vez que sonaron así. Se ve la columna de humo desde las 4 calles. El fuego se reaviva en Ciperez. El pueblo se vacía. La copas quedan a medias encima de las mesas. Amigos y vecinos se marchan a ayudar con lo que tienen.

¿Dónde estáis? ¿Como vais? Tened cuidado. Los mensajes no llegan. La cobertura brilla por su ausencia.
Silencio. Impotencia. Incertidumbre. Miedo.
El fuego corre más que ellos. El pasto de nuestros campos amarillos es el combustible perfecto para las llamas. “Era como si alguien quemara con un soplete”. “Cuando llegábamos a un punto ya había saltado al siguiente”. “Lo peor es el ruido. No me lo puedo sacar de la cabeza”. “Nos tocó correr más de una vez”. “Hemos pasado miedo”.
Las equipaciones de bomberos en la zona no dan a basto para llegar a todos los focos. Parte de las cuadrillas forestales y los medios aéreos están desplazados a otros fuegos en la provincia.
Que la España vaciada no está vacía
No está vacía sino llena de solidaridad. Vecinos y amigos llegan para ayudar a los propietarios de fincas y naves. Aparecen manos de debajo de las piedras. Todos ponen su granito de arena.
A falta de batefuegos, se usan palas y ramas. “¡Avión! Nos refugiamos en el coche durante la descarga, hasta que alguien gritó: Ahora! Así si podíamos avanzar. Golpeamos con la pala hasta que se rompió el mango”
Llegan tractores y máquinas desde distintos pueblos de la comarca. ”Daban vueltas por todos lados. Sin parar”. Sin reparar en paredes, alambrados o los daños al propio tractor. “No sé cómo algún tractor no se ha gripado”
Los cortafuegos consiguen salvar naves y casas en Cipérez y el Villar pero el fuego avanza rápidamente hacia Espadaña, el Groo o Cerezal de Puertas. Es aquí donde es imposible pararlo. Las llamas entran en las casas. “Había humo en el patio de la abuela”. Empiezan los desalojos.

”Aquí estamos moviendo ganado”. “Solo podíamos cortar alambrados y dejar salir a los animales”. Las vacas hacían algo de caso. Una cervatilla corría por lo quemado. Intentaron salvarlos a todos.
Desorganización. Caos.
“Estábamos solos.” “Faltaba alguien coordinando”. Una locura. Un infierno. Un caos. Las conversaciones con los voluntarios se repiten. Todos opinan parecido.
“Echamos de menos alguien que dirigiera a los voluntarios”. “Menos mal que éste o aquel tenían algunos conocimientos y daban las órdenes. El resto le seguimos”. “Llegaron dos chicos que controlaban e hicieron un contrafuego con los mecheros. Consiguieron frenar esa lengua”
El número de profesionales es escaso y no pueden llegar a todos los focos. Cada pequeño grupo de voluntarios se autogestiona cómo puede.

En Vitigudino el parque de bomberos se encuentra a medio gas. Los bomberos voluntarios son los primeros en llegar. Aquí lo cuenta María de primera mano, mucho mejor de lo que yo puedo hacerlo.
Desorganización sentimos también los que nos hemos quedado en el pueblo. El centro coordinador avisa de que llegarán 60 personas evacuadas de distintas localidades. Cruz roja y voluntarios preparan el pabellón para recibirlos. Camas, comida, agua. Incluso un pequeño operativo sanitario compuesto por voluntarios. Turnos de médicos, enfermeros y psicólogos. 4h después, nadie ha llegado. En el ultimo momento se ha decidido cambiar el destino de la evacuación y hay que mover todo el material. Desorganización y falta de información que no tienen sentido.

Más que desorganización es distopía llegar al centro desde el pabellón y encontrarse las terrazas llenas. Los festejos no se han suspendido por órdenes de arriba. Incluso se ha multado a algunos coches aparcados en el recorrido de las carrozas. ¿De verdad? Probablemente muchos de sus dueños están en el medio del incendio. Incomprensible.
Aún así, es un 15 de agosto raro. Los grupos de amigos apenas hablan entre ellos. Todos tenemos la cabeza en otro sitio.
El día después
Poco a poco el fuego se va controlando. El frente del incendio se topa con el reculaje de la presa de Almendra. Han llegado más efectivos y los medios aéreos aumentan. El humo sigue cubriendo el cielo y los voluntarios refrescando pequeños focos, pero se empieza a ver la luz. Intentad descansar un poco. Desde Cruz Roja sigue llevándose agua y comida. Ahora sí hay dos pequeños puestos de mando y todo está más organizado.
10500 hectáreas quemadas. Casi 30km de longitud. El incendio más grande de la historia salmantina.

“Por suerte, no hay daños personales”. No me gusta esta frase. Cierto que es que no hay que lamentar víctimas. Hubo algunos sustos. Pequeñas quemaduras e intoxicaciones por humo que se resolvieron felizmente. Pero si hay daños personales. Fincas y casas calcinadas. Amigos y vecinos destrozados porque lo han perdido todo. Noches en vela y sueños interrumpidos por lo vivido. Perder el trabajo de toda una vida. Pueblos que ya sobrevivían a duras penas han recibido un golpe difícil de recuperar.

El Oeste arde
Se me saltan las lágrimas al recorrer la carretera desde Vitigudino a Salamanca. Cielos encapotados y pueblos tristes. Campos que ya no son amarillos. Atardeceres rojizos y olor a humo. Los girasoles cabizbajos reflejan el ánimo rural.

En Ciperez el incendio está controlado. Pero el oeste sigue ardiendo. “Nos llegó una alerta de protección civil que no saliéramos a carretera y nos confináramos en las casas por los incendios. Casi no se veía el cañón con la ceniza y el humo 😔” me escriben desde Orense. “Estamos agotados. No podemos más” me dicen desde Tabuyo. “Está al otro lado del lago. Esto es un infierno” contestan desde Sanabria.
El oeste se quema.
Héroes del sábado
A esos héroes del viernes, del sábado y de todos los días de la semana: gracias. Millones de gracias a brigadas forestales, bomberos y voluntarios.

Gracias a todas las empresas y particulares que llegaron a la sede de Cruz Roja en Viti con embutido, pan, agua o hielo para los retenes. Gracias a todos aquellos que no dejaban de preguntar en qué podían ayudar.
Orgullo de amigos al pie del cañón. Orgullo de todos aquellos que se presentaron a ofrecer sus conocimientos y ayuda. Sabemos que hay cantera.
A todo aquel que no dudó en acercarse a echar una mano como podía: Gracias.
¿Y ahora?
¿Qué hacemos ahora? Me gusta este decálogo que le he copiado hoy a Víctor Gutiérrez Martínez. Me gustan mucho los últimos puntos: Turismo rural, proyectos vecinales, productos locales, compañía. Eso lo podemos hacer todos.

Ahora no se puede arreglar lo que ya está destruido pero si se puede luchar para que no vuelva a pasar.
Ahora es cuando hay que presionar para que se revisen nuestras leyes de prevención y extinción.
Hay que escuchar a los que más saben del campo. Los políticos tienen que sentarse junto a ganaderos, agricultores y forestales para prestarle atención a nuestras tierras y bosques.

Tenemos que escuchar a la tierra. El clima está cambiando. Los campos se están vaciando. El caldo de cultivo perfecto para los incendios continuará.
Solo la prevención puede ayudarnos. Gestionar de forma real campos y bosques. Aumentar el número de brigadas forestales en verano y en invierno. Concienciar a la población general.
Los incendios se apagan en invierno. No olvidemos todo esto cuando se voten nuevas leyes, nuevas partidas presupuestarias o las BRIF se pongan en huelga.
No te olvides de dónde vienes

Hagamos que estos pueblos y montes no caigan en el olvido. Luchemos en invierno para poder disfrutar en verano.
En las noches más oscuras, en las carreteras crudas. En los golpes de la vida: ¡no se olvida, no se olvida!
La M.O.D.A.
Espectacular Patri!!!! Me encanta!!!
Cuanto cariño y cuánta sensibilidad 😊😊
Lo recordaré como el momento de impotencia y nervios vividos a más de 800 km… Es una pena y quiero tener la ilusión de que no es el final de algunos pueblos.
Eso es para vivirlo Patricia la impotencia es enorme y el miedo se apoderaba de nosotros y cuando te decían viene hacia tal o cual sitio empiezas a llamar a familia y amigos de la zona.. No quiero recordarlo pero no quiero que se olviden de nuestra tierra y que no debe ser más vaciada